miércoles, 29 de abril de 2009

Una historia más:

Llevo ya mucho tiempo sin poner una entrada, a ver si empiezo a coger ritmo, de momento dejo aqui un relato corto de mi propia cosecha.

Una historia más:

Corría el año 1965, cuando el mundo era prácticamente dos bloques antagónicos, lleno de riquezas no merecidas y pobrezas aun sin resolver, lleno de barbaridades tapadas y con una enorme tensión y miedo ante el holocausto nuclear, os hablo de "La Guerra Fría".

En esa realidad indeseable, un soldado del ejército ruso, paseaba con desdén y nostalgia las calles de San Petersburgo, maldiciendo su peligrosa situación, pues en realidad era todo una tapadera, tenia formación, pero ni como soldado, era un espía de la CIA.

John Spartakov, o mejor dicho, John Morris, ya que éste era su verdadero nombre, paseaba camino al juicio de guerra que le tenían preparado.

¿Su crimen?,saber demasiado, aunque su cometido era ser espía, el titánico cohete de la URSS lo había encontrado de casualidad en una vigilancia rutinaria, cohete que sería como dulce gominola para EEUU.

En realidad no iba a un juicio, iba a un hipócrita protocolo, ¿cual no lo es?, en el que la sentencia estaba clara, juicio en el que hasta su letrado le odiaba, ¿para que luchar?, se descubrió el pastel.

Hacía más frio de lo normal en la ciudad rusa.....

En frente las puertas, detrás el "ejército" de periodistas, antes de entrar en lo que sería el preludio de su muerte, solo pensó una cosa:¿Dios bendiga a América?